Bienvenidos a ShakiraFanatic. un sitio dedicado especialmente a los fans.NOTA:en shakirafanatic encontraras una recopilacion de links hacia paginas de terceros y su contenido escapa de nuestro control,los demas archivos son brindados por fans , si deseas compartir tu experiencia con nosotros seras bienvenido IMPORTANTE:esta pagina no posee fines de lucro y todas las ventanas emergentes son producto de blogger.
.

shakira por gabriel garcia marquez

Shakira

Por Gabriel García Márquez

Shakira voló de Miami a Buenos Aires el lunes primero de febrero,
perseguida por un periodista que quería hacerle por teléfono una sola pregunta
para un programa de radio. Por motivos diversos, aunque naturales en los
oficios de ambos, no pudo alcanzarla en los veintisiete días siguientes, hasta que
le perdió la pista en España en la primera semana de marzo. Lo único que
le quedó al periodista fue el argumento y el título del reportaje: "¿Qué
está haciendo Shakira cuando nadie la encuentra?" Shakira, muerta de risa,
lo explica agenda en mano: "Estoy viviendo".
--------------------------------------------------------------------------------

Había llegado a Buenos Aires en la tarde del primero de febrero, y
trabajó el martes hasta pasada la media noche, sin tiempo para celebrar aquel
día sus veintidos años. El miércoles regresó a Miami, donde hizo una larga
sesión de fotos para publicidad, y grabó varias horas para la versión
en inglés de su último disco. Al día siguiente, viernes, continuó la
grabación desde la dos de la tarde hasta el amanecer del sábado, durmió tres
horas, y siguió grabando hasta las tres de la tarde. Esa noche durmió unas pocas

horas y el domingo temprano voló a Lima. Allí grabó un programa el
lunes al medio día, hizo una presentación en vivo, participó a las cuatro de la
tarde en un programa comercial y estuvo hasta la madrugada en una fiesta de
promoción. Al día siguiente, nueve de febrero, concedió once
entrevistas de media hora cada una para radio, televisión y prensa, desde las diez de
la mañana hasta las cinco de la tarde, con una pausa de una hora para
almorzar.
Debía llegar de urgencia a Miami, pero a última hora tuvo que
improvisar una escala en Bogotá para una visita de consuelo a los damnificados del
terremoto de Armenia. Esa noche alcanzó su último avión para Miami,
donde ensayó cuatro días para compromisos en España y París. También sacó
tiempo para trabajar con la cantante Gloria Estefan en la traducción inglesa
de sus discos, desde el almuerzo del sábado hasta las cuatro y media de la
madrugada del domingo. Volvió a su casa con las primeras luces, se tomó
un café con un pan y se acostó a dormir vestida. Una hora y media después
la despertaron para una serie de entrevistas por radio que ya tenía
comprometidas. El martes 16, ya en Costa Rica, hizo una presentación en
vivo. El jueves 18 viajó a Miami a Caracas, y allí participó en el
programa "Sábado Sensacional". Apenas durmió, pues el 21 tuvo que volar de
Venezuela a Los Angeles para asistir a la entrega de los premios Grammy, con la
esperanza de ser una de las escogidas, pero la pesada de los Estados
Unidos barrió con los premios grandes. No se amilanó: el 25 dio el salto a
España, donde la esperaban para trabajar el 27 y el 28 de febrero. El primero
de marzo, cuando por fin pudo dormir una noche completa en un hotel de
Madrid, había volado tanto como una azafata profesional: más de cuarenta mil
kilómetros en un mes. Los compromisos que Shakira hace en tierra firme
no son menos traumáticos. Entre músicos, iluminadores, tramoyistas e
ingenieros de sonido, el equipo que viaja con ella es una escuadra de combate.
Ella se ocupa de todo en persona. No sabe leer música, pero en los ensayos está

pendiente de cada instrumento, con un sentido crítico severo y un oído
privilegiado que le permiten interrumpir un ensayo para coordinar la
nota exacta con sus músicos. No sólo colabora con ellos en el escenario sino
que se preocupa por la suerte personal de cada uno. Muy pocas veces se deja
ver el cansancio, pero no hay que engañarse. En una serie de cuarenta
conciertos que hizo en Argentina no dio una mínima muestra de fatiga, pero en los
últimos alguien la esperaba entre bambalinas para llevarla cargada
hasta la camioneta. En diversas ocasiones ha tenido taquicardias, inflamación
del colon, o alergias de la piel. Esta situación se ha agravado con los
arduos preparativos de la versión inglesa de ¿Dónde están los ladrones? para
los Estados Unidos, con la afortunada colaboración de Emilio Estefan y su
esposa, Gloria,que son productores actuales de sus discos. Es una de
las presiones fuertes que Shakira ha sufrido en su vida. Habla un inglés de
uso diario, pero ha tenido que someterlo a prácticas agotadoras para
depurar su acento, y está tan obsesionada que a veces sigue hablándolo mientras
duerme. En vísperas de su estreno hizo una crisis de fiebres durante toda la
noche y no durmió más de una hora. "Fue uno de los momentos más extenuantes de
mi vida", dice. "Lloré casi toda la noche pensando que no iba a ser
capaz". ¿De qué se extraña? Shakira parece haber olvidado demasiado pronto que ese
vértigo indomable nació con ella, y quiera Dios que la acompañe hasta
su más tierna vejez. Es la hija única de un conocido joyero de Barranquilla,
don William Mebarak y su esposa, doña Nydia Ripoll, una familia de
ascendencia árabe tutelada por los ángeles de las artes y las letras. La precocidad

descomunal de Shakira, su genio creativo, su voluntad de granito y una
ciudad natal propensa a la invención artística, sólo podían ser los
gérmenes de un tan raro destino. Sus primeros años parecen saltos de décadas.
Sus cronistas aseguran que a la edad de diecisiete meses recitaba el
abecedario, a los tres cantaba los números, a los cuatro bailó la danza del vientre
sin maestro en una escuela de monjas de Barranquilla, donde un funcionario
sibarítico de los años treinta quiso erigir un monumento consagrado al
culto de Shirley Temple. A los siete años, Shakira había compuesto su primera

canción. Entre los ocho y los diez escribió sus primeros versos, y sus
primeras canciones con letra y música originales. Por la misma época
firmó su primer contrato para entretener a los obreros en las minas de carbón
de El Cerrejón, en la alta Guajira. Aún no había comenzado bachillerato
cuando una empresa disquera le grabó su primer disco. "Siempre estuve muy
familiarizada con mi capacidad de crear -dice-, recitaba poemas de
amor, empecé escribiendo cuentos y sacaba muy buenas notas, excepto en
matemáticas". Sin embargo, le aburría a morir que los amigos de sus
padres la obligaran a cantar en las visitas. "Prefiero una multitud de treinta
mil personas que cinco gatos escuchándome cantar con una guitarra", dice.
Con su rostro de niña perfecta y su engañosa fragilidad, tuvo siempre la
certeza absoluta de que iba a ser un personaje público de resonancia mundial.
No sabía en qué arte o en qué parte, pero no tenía una sombra de duda,
como si estuviera condenada al fatalismo de una profecía. Hoy el sueño está más
que cumplido. La música de Shakira tiene una impronta personal que no se
parece a la de nadie, y nadie la canta ni la baila como ella a ninguna edad
con una sensualidad inocente que parece inventada por ella. Se dice fácil: "Sino
canto me muero". Pero en Shakira es cierto: si no canta no vive. Lo
único que le devuelve la paz del espíritu es la soledad en medio de las
muchedumbres. Una vez en el escenario no tiene el temor escénico, sino
todo lo contrario: el terror de no estar allí. "Me siento -dice- como un
león en la selva". Es uno de esos pocos espacios donde tiene la oportunidad
real de mostrar lo que es, lo que ha sido, y lo único que será sin duda hasta
la muerte. Es el caso ejemplar de una fuerza telúrica al servicio de una
magia sutil. La mayoría de los cantantes se hace poner las luces de frente
para no enfrentarse al fantasma de las muchedumbres. Shakira escogió lo
contrario. Ha instruido a sus técnicos para que no instalen las luces fuertes
contra su cara, sino que las vuelvan hacia el público, para que ella pueda verlo
y vivirlo mientras canta. "La comunicación es total", dice. La
muchedumbre anónima e impredecible no sólo le revela entonces una complicidad del
corazón que la actriz va moldeando a medida que actúa según los
pálpitos de su inspiración. "Me gusta ver los ojos de la gente cuando canto para
ellas", dice. Algunas caras que no ha visto nunca las descubre entre el público
y las recuerda para siempre como si fueran de viejos amigos. Una vez, de
improviso, reconoció a alguien que había muerto desde hacía años. Y más
aún: se sintió reconocida desde otra vida. "Canté toda la noche para él",
dice. Son milagros secretos que hacen la gloria -y muchas veces el desastre-
de grandes artistas.

El fenómeno más entrañable en la vida de Shakira es la contaminación
masiva de las muchedumbres infantiles. Cuando apareció Pies Descalzos, los
publicistas decidieron promoverlo en los intermedios de los conciertos
populares del Caribe. Tuvieron que cambiar de idea, porque el público
juvenil se lanzaba al ruedo para bailar y cantar a Shakira y sólo
querían más de lo mismo para el resto de la noche. Hoy es un fenómeno digno de
una cátedra magistral. Las escuelas primarias de cualquier nivel social se
han convertido en clonaciones masiva de Shakiras -vestidas, habladas y
cantadas como ella. Más curioso aún: la fiebre más alta está en el promedio de
las niñas de seis años. Las grabaciones piratas de Shakira son moneda
corriente en los cambalaches de los recreos y se venden a dos por cinco en las
puertas de las escuelas. Los adornos de sus cabellos, sus collares y aretes se
agotan al salir, y en los mercados se venden al por mayor las anilinas
para cambiarse los colores de las trenzas según la moda del día. La heroína
de la escuela es la primera que aparece en clase con el disco. Los grupos de
estudio más concurridos se convocan en casas particulares, y al cabo de
un repaso rápido de la tarea, empieza el pandemonio. Los cumpleaños son
fiestas de shakiras, en las que solo se canta y se baila a Shakira. En las más
puristas -que no son pocas- no hay hombres invitados. Es difícil ser lo
que Shakira es hoy en su carrera, no solo por su genio y su juicio, sino
por el milagro de una madurez inconcebible a su edad. Cuesta trabajo entender
semejante poder de creación compatible con sus trenzas negras de ayer,
las rojas de hoy, las verdes de mañana. El año próximo será suyo: está
previsto que entrará en discos y en vivo en los vastos mercados de Europa,
Estados Unidos, Asia y Africa, donde millones de fanáticos la esperan cantando
sus canciones en numerosos idiomas. Tiene más premios, trofeos y diplomas
que muchas veteranas grandes. Se ve que es como ella quiso ser:
inteligente, insegura, recatada, golosa, evasiva, intensa. Barranquillera de hueso
colorado, desde el mundo entero y desde las nubes de su Olimpo añora
las huevas de lisa y el bollo de yuca, y una casa de techos muy altos que
no ha podido comprar frente al mar, con dos caballos y mucha tranquilidad.
Adora los libros, los compra, los acaricia, pero no tiene el tiempo que
quisiera para leerlos. Anhela a los amigos que se le quedan en los adioses
apresurados de los aeropuertos, pero sabe que no será fácil volver a
verlos. Sobre el dinero que ha ganado, dice: "Tengo menos de lo que dicen y más
de lo que yo digo". Su sitio predilecto para oir música es el automóvil
cerrado, a todo volumen, sin molestar a nadie. "Es el lugar ideal para
hablar con Dios, hablar conmigo misma, tratar de entender", dice.
Confiesa que odia la televisión. Dice que su contradicción más grande es creer
que existe la vida eterna pero siente el terror insoportable de la muerte,
por la pérdida de los sentidos. Hubo épocas en que concedió hasta cuarenta
entrevistas diarias sin repetirse. Tiene ideas propias sobre el arte,
la vida terrenal y la eterna, la existencia de Dios, el amor o la muerte.
Sin
embargo, sus entrevistadores y publicistas ocasionales se han empeñado
tanto en que las explique, que la han vuelto experta en respuestas fugitivas,
más útiles para escamotear que para revelar. Rechaza toda idea relacionada
con la fragilidad de su fama, y la exasperan las versiones de que puede
perder la voz por sus supuestos abusos. "En plena luz del medio día -dice
Shakira- no quiero pensar en el ocaso". De todos modos, los especialistas lo ven
como un riesgo improbable, pues su voz tiene una colocación natural capaz de

sobrevivir a sus excesos. Ha tenido que cantar agotada por las fiebres,
ha perdido el conocimiento por cansancio, pero nunca ha sufrido la mínima
alteración de la voz. "La peor frustración de un cantante -dice con su
impaciencia final de entrevistada- es haber escogido la carrera de
hacer música y no hacer más música todos los días por estar haciendo
entrevistas". Su tema más resbaladizo es el amor. Lo exalta, lo idealiza, y es el
alma y razón de sus canciones, pero lo elude con humor en la charla personal.
"La verdad -dice a carcajadas- es que le tengo más miedo al matrimonio que
a la muerte". Acepta de buen talante haber tenido cuatro novios visibles, y
por lo menos tres en la penumbra. Llama la atención que parece haber tenido
los que correspondían a su edad, pero ninguno a la altura de su madurez. En
cambio, el cantante puertorriqueño Oswaldo Ríos, el mayor de todos,
parece haber sido el menos maduro. Shakira habla de ellos con afecto pero sin
dolor, y parece recordarlos como a seis fantasmas efímeros que uno tras
otro que le habían ido quedando colgados en el ropero. Por fortuna, no hay
motivos para desesperar: el próximo 2 de febrero, bajo el signo de Acuario,

Shakira cumplirá -apenas- sus primeros veintitrés años.

No hay comentarios.: